Desde que me mudé a mi casa, supe que quería hacer algo diferente. Mientras mis vecinos optaban por lo minimalista y los jardines de grava, algunos muy bonitos e inspiradores, yo soñaba con crear un espacio que me conectara con la naturaleza. Así, poco a poco, nació mi Selva.

Al principio, mi casa era como las otras: una estructura sencilla del mismo color claro, con un pequeño espacio de concreto al frente. Curiosamente, el modelo de mi casa se suponía que tendría más área verde, pero sin preguntar me lo entregaron con concreto. Fue decepcionante no tener un espacio más amplio, pero eso no me detuvo. Vi ese vacío como una oportunidad para empezar, y lo fui transformando en mi propio oasis de vida.
Planté sandías y calabazas que se extienden por el suelo, enredaderas que suben por la pared, girasoles, jazmín, jamaica, guayaba, aguacate y una gran variedad de plantas que aportan color y frescura. Además, muchas de ellas son aromáticas y medicinales. Incluso reutilicé neumáticos para crear macetas, dándoles una segunda vida.


La crítica que se convirtió en mi orgullo
Algunos vecinos me critican e incluso le llaman “la Selva” a mi casa, insinuando que está descuidada o es un exceso. Pero, ¿sabes qué? Esa idea me inspiró tanto que me hizo pensar: “¿Por qué no se me ocurrió a mí?”. Decidí abrazar ese nombre. Mi casa es una selva, un pedazo de pulmón que purifica mi entorno y me llena de felicidad. Cada planta es un recordatorio de que no necesito la aprobación de los demás para ser fiel a mí mismo.
Con causa y lleno de empatía
No sé cómo se les ocurrió o les pasó por la cabeza que me sentiría mal de que la llamaran “Selva”. Me dio tanta diversión y satisfacción, me encanta. Me encanta ser como soy. ¿Por qué querría ser como los demás, si existe una infinidad de formas de ser diferente al prototipo autoimpuesto que ellos mismos se crearon? Y, claro, esto lo hago dentro de los parámetros de vivir en sociedad. No, no me iré a vivir al cerro o al bosque, prefiero traer el bosque conmigo a donde sea que vaya.
Pero no todo en la vida es ver la crítica. Me encanta aún más que la crítica, cuando las personas se inspiran por lo que he hecho. Me llenan de palabras de ánimo y de bienestar, les gusta y me gusta que les guste. Y en mí siempre tendrán a alguien que les ayude a conseguir lo que yo he logrado, o más.
